Hace 6 años | Por Asther a revistadehistoria.es
Publicado hace 6 años por Asther a revistadehistoria.es

Nada contribuyó tanto a extender la leyenda de la papisa Juana como una ceremonia descrita, en forma de sátira burlesca por el cronista Félix Haemerlein. Según él, cada vez que era nombrado un papa, se sentaba, con sus partes al aire, sobre una silla con el asiento agujereado. Un joven diácono metía el brazo por debajo, hasta palpar los testículos papales, asegurándose que fuera hombre, y no mujer.

Comentarios

skaworld

"Solo que en realidad jamás ningún diácono palpó los testículos papales, y aunque el ceremonial sí se practicaba, era sobre todo un símbolo del poder papal"

Hay pocos simbolos de poder tan explícitos como permitir que tus subalternos te acaricien con cariño los huevos.

n

Testiculus habet et bene pendentes.

D

Ni la historia de la papisa ni la supuesta ceremonia existieron nunca. Son mitos.

D

Y la mama vulva.

reithor

Bueno, ya tiene más que lo que tuvo Paquito.