Cuando los cerebros emocional y racional quedan desconectados, anatómicamente o funcionalmente, los instintos y la emoción dirigen el comportamiento. La razón, casi ni aparece, pues uno de sus inconvenientes, su talón de Aquiles, es que necesita tiempo para imponerse y las circunstancias extremas no suelen otorgarlo.
En el último párrafo parece haber una falta de ortografía:
Cuando usted va a comprar un número de lotería de Navidad y le ofrecen el 54713 o el 00012, ¿Cuál elije?
Supongo que querría decir "elige", del verbo "elegir". La palabra "elije" también existe, pero corresponde al verbo "elijar", que significa otra cosa diferente y no concuerda con esa frase.
Interesante artículo, aunque el enfoque del autor resalta un cerebrocentrismo reduccionista en exceso. Una emoción nos puede afectar de golpe, pero también puede quedar oculta en el tiempo y resonar en nosotros como ocurre en los traumas. En el segundo caso el tiempo, si no se hace terapia, podría no atenuar su impronta. Sería como estar expuesto, a propósito del Titanic y del Lusitania, a un naufragio periódico con la evocación inesperada y reiterativa del trauma.
Comentarios
El pito.
#1 Tú pones el emoticono de troll, pero eso va así...
A corto plazo la emoción. A largo plazo la razón.
La emoción puede tener más fuerza. Pero la razón dispone de ingenio para sortear ese desequilibrio.
En el último párrafo parece haber una falta de ortografía:
Cuando usted va a comprar un número de lotería de Navidad y le ofrecen el 54713 o el 00012, ¿Cuál elije?
Supongo que querría decir "elige", del verbo "elegir". La palabra "elije" también existe, pero corresponde al verbo "elijar", que significa otra cosa diferente y no concuerda con esa frase.
#8 Creo que eso habría que comentárselo directamente al autor o al editor del artículo.
#3 Sexo es sexo.
El sexo, con emocion o con razon, da igual.
#2 pero con empatía o sin empatía?
Interesante artículo, aunque el enfoque del autor resalta un cerebrocentrismo reduccionista en exceso. Una emoción nos puede afectar de golpe, pero también puede quedar oculta en el tiempo y resonar en nosotros como ocurre en los traumas. En el segundo caso el tiempo, si no se hace terapia, podría no atenuar su impronta. Sería como estar expuesto, a propósito del Titanic y del Lusitania, a un naufragio periódico con la evocación inesperada y reiterativa del trauma.