Ah, dice que Marina d'Or está en un secarral de Castellón. No, no, es aún peor que eso. No era un secarral, porque además, ¿un secarral en la provincia de Castellón? Castellón no es como Alicante (desde un poco al norte de Alicante y hacia el sur, porque el norte justo es todo lo contrario a un secarral), y por desgracia el terrible y enorme complejo de Marina D'Or ciudad de vacaciones se construyó sobre un paraje natural, la marjal de Oropesa, una marjal es un humedal, este lo desecaron y lo colmataron para construir encima. Al norte aún se salva el del Prat de Cabanes.
Aquí un enlace a un foro donde explican muy bien el porqué se llega a construir algo así. El hecho de que los concejales de los pueblos implicados sean todos trabajadores de la empresa promotora. http://www.burbuja.info/inmobiliaria/burbuja-inmobiliaria/19050-impresionante-marina-dor-golf.html (no me gusta nada lo extremo de muchas opiniones del burbuja actual, pero del pasado, antes de que justamente explotara la burbuja, tiene aportes interesantes)
#5 Pero vamos que esto no se construye sin la connivencia de más altos cargos, como Carlos Fabra. El caso es que el dueño de Marina D'Or, Jesús Ger, había comenzado reparando y vendiendo electrodomésticos por la zona de Castellón. Un tío sin formación ninguna en arquitectura, urbanismo, medioambiente, etc, sin ninguna sensibilidad en ese sentido, un nuevo rico. ¿Qué se va a esperar de él? Un esperpento kistch. Y de ahí, de los electrodomésticos, saltó a invertir comprando huertos y construyendo apartamentos en ellos. Y comenzó mucho antes, los 80, de la famosa "Ciudad de vacaciones" que la Igartiburú anunciaba. En una zona virgen de la costa. Pero entonces aún había muchas, porque no todo era Benidorm. Todo comenzó igual que en el resto de sitios que ahora son bloques monstruosos de ladrillo sin gracia, calles estrechas con atascos, de pueblos que no habían sido construidos en origen pensando en todo el mogollón de futuros turistas/e inversores, de los de la promesa de unas vistas sobre el mar y de que los precios nunca bajan, acabarían comprando, endeudándose y abandonando esas vistas ahora escasas y tristes sobre el bloque de enfrente. A los habitantes de las zonas costeras un día alguien llegó y les comenzó a comprar sus casas y terrenos, pero por muy encima de lo que ellos lo tasaban, y de repente comenzaron a construirse bloques de apartamentos y urbanizaciones. Al principio uno, dos... cuatro, cinco... salpicando ciertas zonas u ocupando la primera línea de playa no hacían desaparecer el primitivo encanto de los pueblos costeros, su accesibilidad a la playa, y aún con naturaleza, en la que convivían también con campings cuyos habitantes no desbordaban los servicios del lugar. Pero poco a poco más y más fueron cambiando sus casas de siempre, sus huertos y los poderes públicos de repente permitieron la urbanización de zonas que antes eran rústicas, y la elevación de grandes alturas en calles estrechas sin tener en cuenta el diseño, ni la armonía con el resto del pueblo, ni el respeto a la naturaleza, a la playa y a la costa, y donde no había playa, ni importaba, les echaron guijarros y ¡ale!, a andar.
Pero esto como el destrozo de los centros históricos que se ha hecho en este país, más que por las guerras del siglo XIX o por la Guerra Civil, lo que se ha cargado mucho nuestro patrimonio fue el desarrollismo de los años 60 y 70... y su continuación en democracia. Es el mismo sistema, pero en la costa, con la pena de que en la costa, lo que atraía a los veraneantes extranjeros (su sencillez) ya ha desaparecido bajo los bloques de cemento.
Lo malo es que como en todo se echa la culpa a un algo inmensurable, inconcreto e incierto, en este caso al todo, que es como a la nada, en este caso a los ciudadanos de una zona, pero siendo la culpa repartida y entre mucha gente que en principio solo veía que mejoraba su situación económica, ¿cuánto de culpable le puedes echar en cara a quien no tenía nada más? El problema es de quien podía dirigir como se desarrollaba una industria, el turismo, y como de costumbre, creo que pagamos el pato por haber sido de los primeros en "beneficiarnos" de algo que no controlábamos realmente. Como si fueramos el experimento. Igual que pasó con el oro de América, la bancarrota de Carlos I y Felipe II, etc
Precioso artículo, época irrepetible que contaremos a nuestros nietos cual abuelo Simpson mientras ellos murmuran que estamos seniles y que eso jamás sucedió.
Comentarios
Enorme.
Editado. Comentario destinado a otra noticia
Como suelo decir... hay jotdown, hay meneo. Gracias a MNM conocí esa maravilla de revista.
Ah, dice que Marina d'Or está en un secarral de Castellón. No, no, es aún peor que eso. No era un secarral, porque además, ¿un secarral en la provincia de Castellón? Castellón no es como Alicante (desde un poco al norte de Alicante y hacia el sur, porque el norte justo es todo lo contrario a un secarral), y por desgracia el terrible y enorme complejo de Marina D'Or ciudad de vacaciones se construyó sobre un paraje natural, la marjal de Oropesa, una marjal es un humedal, este lo desecaron y lo colmataron para construir encima. Al norte aún se salva el del Prat de Cabanes.
Aquí un enlace a un foro donde explican muy bien el porqué se llega a construir algo así. El hecho de que los concejales de los pueblos implicados sean todos trabajadores de la empresa promotora. http://www.burbuja.info/inmobiliaria/burbuja-inmobiliaria/19050-impresionante-marina-dor-golf.html (no me gusta nada lo extremo de muchas opiniones del burbuja actual, pero del pasado, antes de que justamente explotara la burbuja, tiene aportes interesantes)
#5 Pero vamos que esto no se construye sin la connivencia de más altos cargos, como Carlos Fabra. El caso es que el dueño de Marina D'Or, Jesús Ger, había comenzado reparando y vendiendo electrodomésticos por la zona de Castellón. Un tío sin formación ninguna en arquitectura, urbanismo, medioambiente, etc, sin ninguna sensibilidad en ese sentido, un nuevo rico. ¿Qué se va a esperar de él? Un esperpento kistch. Y de ahí, de los electrodomésticos, saltó a invertir comprando huertos y construyendo apartamentos en ellos. Y comenzó mucho antes, los 80, de la famosa "Ciudad de vacaciones" que la Igartiburú anunciaba. En una zona virgen de la costa. Pero entonces aún había muchas, porque no todo era Benidorm. Todo comenzó igual que en el resto de sitios que ahora son bloques monstruosos de ladrillo sin gracia, calles estrechas con atascos, de pueblos que no habían sido construidos en origen pensando en todo el mogollón de futuros turistas/e inversores, de los de la promesa de unas vistas sobre el mar y de que los precios nunca bajan, acabarían comprando, endeudándose y abandonando esas vistas ahora escasas y tristes sobre el bloque de enfrente. A los habitantes de las zonas costeras un día alguien llegó y les comenzó a comprar sus casas y terrenos, pero por muy encima de lo que ellos lo tasaban, y de repente comenzaron a construirse bloques de apartamentos y urbanizaciones. Al principio uno, dos... cuatro, cinco... salpicando ciertas zonas u ocupando la primera línea de playa no hacían desaparecer el primitivo encanto de los pueblos costeros, su accesibilidad a la playa, y aún con naturaleza, en la que convivían también con campings cuyos habitantes no desbordaban los servicios del lugar. Pero poco a poco más y más fueron cambiando sus casas de siempre, sus huertos y los poderes públicos de repente permitieron la urbanización de zonas que antes eran rústicas, y la elevación de grandes alturas en calles estrechas sin tener en cuenta el diseño, ni la armonía con el resto del pueblo, ni el respeto a la naturaleza, a la playa y a la costa, y donde no había playa, ni importaba, les echaron guijarros y ¡ale!, a andar.
Pero esto como el destrozo de los centros históricos que se ha hecho en este país, más que por las guerras del siglo XIX o por la Guerra Civil, lo que se ha cargado mucho nuestro patrimonio fue el desarrollismo de los años 60 y 70... y su continuación en democracia. Es el mismo sistema, pero en la costa, con la pena de que en la costa, lo que atraía a los veraneantes extranjeros (su sencillez) ya ha desaparecido bajo los bloques de cemento.
Lo malo es que como en todo se echa la culpa a un algo inmensurable, inconcreto e incierto, en este caso al todo, que es como a la nada, en este caso a los ciudadanos de una zona, pero siendo la culpa repartida y entre mucha gente que en principio solo veía que mejoraba su situación económica, ¿cuánto de culpable le puedes echar en cara a quien no tenía nada más? El problema es de quien podía dirigir como se desarrollaba una industria, el turismo, y como de costumbre, creo que pagamos el pato por haber sido de los primeros en "beneficiarnos" de algo que no controlábamos realmente. Como si fueramos el experimento. Igual que pasó con el oro de América, la bancarrota de Carlos I y Felipe II, etc
Pienso que en el fondo tuvimos suerte, mejor que reventara entonces que dos o tres años después.
¡¿Tardó hasta el 2008 en darse cuenta de que todo se iba al carajo?!
Precioso artículo, época irrepetible que contaremos a nuestros nietos cual abuelo Simpson mientras ellos murmuran que estamos seniles y que eso jamás sucedió.
#2 Por desgracia, no estoy tan seguro de que sea irrepetible...