Retratada como destructiva, inhibitoria, inútil y dolorosa, la envidia es condenada como uno de los siete pecados capitales. Nadie duda del papel siniestro y abismal de la envidia en la existencia humana. Porque se la suele acusar de irracional, imprudente, viciosa, equivocada. Porque se la considera innata y arrasadora, y se la oculta tras las máscaras de la crítica amarga, la sátira, la injuria, la calumnia, la insinuación pérfida, la compasión fingida y hasta la adulación servil. Y porque se recae en ella, una y otra vez.
Comentarios
He llegado a este artículo buscando información acerca de una palabra alemana: Schadenfreude, de la que aquí nos dicen que:
Así como la admiración y la emulación constituyen una salida socialmente aceptable a la envidia, y la vergüenza supone una dosis de sinceramiento, en el otro extremo del espectro moral se descubre un sentimiento tan abyecto que ni siquiera, en nuestro idioma, contamos con un término para designarlo. Schadenfreude es una palabra del idioma alemán que designa el sentimiento oculto de regocijo ante el sufrimiento o la infelicidad de otro.
Pero lo he meneado porque me parece interesante en su conjunto, ya que habla del deporte rey en España.
Se suele decir que la envidia es el vicio español y no es cierto.
La envidia consiste en desear el bien ajeno y aquí lo que se practica con fruición es desear que el que tiene un bien lo pierda o sentir que no lo merece.
Schadenfreude es algo que conozco gracias a Lisa Simpson.