Actualmente tengo dos pares cuyo daño es irreversible. Cuando los saco de la lavadora, soy precavido en el trato para que no se terminen de deteriorar. En tiempos de Marie Kondo, los conservaré hasta que se rompan por completo. Lo que sí tiene sentido es preguntarse ¿por qué me niego a echarlos a la basura? En tiempos de Marie Kondo, hago el ejercicio que la japonesa planeta en su exitoso programa: saco todo, lo pongo en una pila, sostengo cada objeto con los dedos índice y anular y, al interrogante "¿esto me hace feliz?", contemplando las medi
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En tiempos de Marie Kondo me imagino que se impone una combinación de ignor-vagancia con complejo de Diógenes para no desechar lo que está roto; pero en tiempos de Mariconchi lo que se solía hacer era reservar alguna bombilla fundida para utilizarla de bastidor metiéndola dentro del calcetín, para zurcir los tomates sobre un soporte cómodo y de manera bastante rápida.
No faltaba nunca una bombilla en el costurero.
Hace tiempo que es difícil ver un costurero y también una bombilla.
Si ahora se limitan a decir "¡que te zurzan!" a esos mismos calcetines, es un claro retroceso.
#4 yo tengo costurero y un "huevo" para arreglar los calcetines, es como este:
https://www.amazon.es/Huevo-madera-para-costura-haya/dp/B006VUMDLC
#8. ¡Por dios, qué sibaritas! Un güevo de madera de haya es demasiado patricio, la solución plebeya y reciclante sigue siendo una bombilla de vidrio.
Dos veces en una entradilla la Kondo esa de marras... anda a tomar por saco.
Es normal que nos la sople lo que les pase a los calcetines, no en vano nos pasamos todo el día pisoteándolos.
Pocas cosas hay las molestas que andar con un agujero en el calcetín por el que se te sale el dedo gordo
#1. Also known as "tomates".
Porque no han podido decirte que se han muerto.
Los calcetines viejos no se tiran, se dan de comer a la lavadora.