Llamaban por teléfono desde Madrid a compatriotas suyos en diversas ciudades chinas. Les decían que eran funcionarios de Policía o Judiciales, o gubernamentales. Les informaban de que había una causa contra ellos y les convencían para que traspasaran sus ahorros a unas cuentas determinadas para que los expedientes no siguieran su curso y ellos y sus familias no tuvieran complicaciones legales. Lo curioso es que las víctimas obedecían y transferían su dinero. ¿Por qué? Ahora se ha sabido que la Audiencia Nacional ha concedido la extradición a
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