No vale razonar contra lo que se siente, porque puede más el corazón que la razón. Hay que modificar el sentimiento a partir del propio sentimiento. Ahí está la clave de toda educación emocional. Crear espacios y situaciones donde vivir estados de conciencia que enriquezcan nuestra mente. Vivir “distinto” es absolutamente necesario para salir de la burbuja emocional donde nos encerraron desde nuestros primeros tiempos. De nada sirve edificar sobre la arena de una razón sin fundamento afectivo.
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