Ha empezado una nueva era de la corrupción. Se conocía su extensión en el trumpismo, pero no las dimensiones siderales y la ausencia de límites legales o morales reveladas en apenas cuatro meses, tras la desactivación de los famosos controles y equilibrios (checks and balances). La primera presidencia fue solo ensayo general. El saqueo, las extorsiones y los sobornos han adquirido con el segundo mandato un alcance global que escapa a la capacidad de investigación.
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