La economía no crece, el Estado tiene menos ingresos de los previstos, y el coste de pedir prestado es el más alto desde 1998. A diferencia de la UE, no se ha respondido con amenazas de aranceles recíprocos a las barreras de EE.UU. y sigue negociando en un intento de que Trump les excluya de sus castigos comerciales. Se intenta complacer incluso a los oligarcas de la tecnología, y se sugiere quitar un impuesto a las empresas tecnológicas. El Brexit ha empeorado la falta de trabajadores y la relación con la UE, su principal socio comercial.
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