La temporada estival supone un reto añadido para estas profesionales por el aumento significativo del turismo de fiesta, lo que se traduce en habitaciones más descuidadas por parte de los huéspedes que incluyen basura, restos de comida, colchones fuera de su sitio y en algunos casos incluso heces. “La gente en verano va de fiesta a pasárselo bien y les da igual si vomitan en el lavabo o en la ducha. Hay clientes que antes de dejar el hotel han cagado en el suelo. Tenemos fotos que da vergüenza enseñar”, resume indignada.
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