Las 4.000 toneladas de desperdicios, los roedores y las gaviotas voraces apenas dejan disfrutar de los monumentos, los caravaggios y el barroco, pero Nápoles sigue ejerciendo el magnetismo de siempre. Incluso los turistas que este fin de semana hacían gimnasia sorteando y saltando las colinas de bolsas de basura acumuladas en el centro parecen asumir que la capital de Campania debe ser visitada como la política y la Camorra han decidido que esté desde hace casi dos décadas; es decir, llena de porquería.
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