Los hay fáciles, difíciles y reservados. Los padres deben reconocerlo y aceptarlo para que estén en sintonía con ellos en la crianza. Con el temperamento se nace, pero una parte de él se construye en la relación con el entorno. Ese bebé irritable, llorón o tranquilo le debe a su herencia genética, casi en un 70 por ciento, la manera como responde a cada circunstancia de su cotidianidad.
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