Bill De Blasio recuperó la alcaldía de Nueva York para los demócratas enarbolando la bandera del progresismo y la lucha contra la creciente desigualdad, tras doce años de mejoría económica poco equilibrada bajo Michael Bloomberg. De Blasio cumplió los pronósticos y se impuso por un margen abrumador al candidato republicano, Joe Lhota, tras una campaña que definió desde el principio como una "historia de dos ciudades", la de los millonarios y la de millones de personas que viven bajo el umbral de la pobreza o muy poco por encima.