En el aeropuerto de Houston, hace unos años, se enfrentaron a una avalancha de quejas de sus viajeros por lo mucho que tenían que esperar en el punto de recogida del equipaje. Las autoridades lograron reducir ese lapso de tiempo, pero las quejas seguían en aumento. La solución: hacer caminar a los viajeros por la terminal un rato hasta que las maletas casi estuvieran listas para reducir así la sensación de espera. Se trataba solo de mantener a la gente activa, aunque fuera haciendo algo inútil, en lugar de tenerla esperando.
Comentarios
Yo también se inventarme historias así.
En Cincinnati, hace décadas, las compañías telefónicas se enfrentaban a avalanchas de quejas por saturación de las líneas. Las autoridades empleaban más y más recursos pero las quejas no cesaban. La solución: poner algo más de peso a los nuevos teléfonos, lo que provocaba que los usuarios se cansaran antes de sostenerlo y las llamadas fueran más cortas. Se trataba de conseguir que la gente no se enrollase con el teléfono pero sin imponérselo.
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Cosas de la percepción...