La acogida siempre ha sido una tarea difícil para las entidades sin ánimo de lucro que se dedican a fomentarla y gestionarla, de la mano del Govern. Y ahora, a los prejuicios sociales que pueden subsistir sobre los niños que piden este apoyo familiar se añade la dificultad económica de muchas familias. La conjunción de los dos factores hace más complicado pedir a los padres que añadan a un nuevo miembro al grupo y, además, de forma temporal.
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