Nunca se supo su nombre, probablemente porque el líder Deng Xiaoping dijo que no, que por sus huevos toreros ese cabrón no pasaría a la Historia. Su cadáver se hallará en alguna cuneta, o ni siquiera eso. Lo único que nos importa de él es que, en situaciones difíciles, en momentos en que tenemos que plantarnos ante algo o alguien más potente que nosotros mismos, nos acordamos de su imagen, de aquella americana doblada como única "defensa", de aquella actitud incluso chulesca. De aquel chino que tenía los cojones como el caballo de Espartero.
Comentarios
#1 Mira el nombre del autor
Suelo incluir al autor en las etiquetas.
Puede que tenga poca chicha en cuanto a información, tienes razón. Pero en el mundo de los blogs también hay opinión y artículos como éste, no está de más menearlos de vez en cuando.
El meneo a mi personalmente me parece un tanto insustancial, la verdad... pero lo que de verdad me intriga es la etiqueta de "rabo". ¿Algo que quieras compartir?
#2: Ah, vale, confusión mía, tanto hablar de caballos y cojones que ví rabo y en fin... creo que mejor me callo ya...
Lo de insustancial lo digo porque el hombre del tanque es nada más que la punta del iceberg, el personaje visible, aunque anónimo, que representa una actitud... Hay muchos otros héroes anónimos del todo aún viviendo en Beijing.
Nunca está mal recordar a aquellos que le echaron cojones en circunstancias adversas.
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