Quienes se sienten tristes tienden a comer más alimentos poco sanos pero sabrosos que cuando se sienten felices, según las conclusiones de un nuevo estudio. Sin embargo, cuando la información nutricional sobre esos alimentos está disponible, esa misma gente triste refrena su deseo de consumirlos. En cambio, no es así con la gente que se siente feliz.
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