Cuenta la leyenda que una dulce guajira guantamera entregó su corazón, prendido de amor, a un popular gallego sarcástico y guasón, taciturno y derrotado por el malaventurado censo electoral de la Madre Patria. Dicen que el macho bravío conquistó a la hembra americana bajo una palma, siseando versos militantes y recitando el índice del Boletín Oficial del Estado. Y así le cantaba al oído guarachas y danzones:
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