La muchacha, de 16 años, contó en su casa que unos gitanos le habían robado la virginidad. Se armó un gran revuelo en el barrio, y un grupo de hinchas con insignias de la Juventus se hizo con el control de la protesta y avisó: “Los niños y las mujeres, a casa. Vamos a cazar a esos gitanos”. De noche, las chabolas empezaron a arder. La chica reconoció entonces que había mentido: perdió la virginidad con un amigo, y tenía miedo de su familia, que la sometía a pruebas ginecológicas periódicas en su obsesión con que llegara virgen al matrimonio.
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