Hay una mala noticia escondida tras otra excelente: el descenso de accidentes en España ha reducido la cifra y calidad de los órganos donados y hoy los enfermos jóvenes esperan mucho más su turno. Las mayores donaciones de ancianos han compensado la disminución, pero no siempre sirven para los pacientes. Soluciones: más donaciones en vivo y una nueva vía de trasplantes de fallecidos a corazón parado.
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