Hace 13 años | Por --170147-- a plataformasinc.es
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La forma en que vivimos se apoya sobre una robusta, pero no infalible, malla eléctrica, que desde la Revolución Industrial se ha fijado en el paisaje. Pero el entretejido que cubre el país está a punto de vivir otra revolución, esta vez impulsada por las fuentes de energía renovables y por la llegada del coche eléctrico. Y para que la red pueda resistir a los cambios que vienen, organismos de investigación y empresas de todo el país se aplican en investigar, desarrollar e innovar.

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El detonante de este cambio es, entre otros factores, que ya no sólo vuelcan energía en las redes de distribución las grandes compañías; sino que pequeñas empresas y particulares pueden vender el excedente que producen sus paneles solares y generadores eólicos. Pero la generación renovable no puede programarse como los sistemas convencionales: hay días nublados y sin viento, en los que la producción es menor y aún así, la red debe poder responder a los picos de demanda energética. “La dificultad de almacenamiento de energía eléctrica implica que el parque de generación esté dimensionado para atender los máximos de demanda, aun en situaciones en las que las renovables no estén en condiciones de producir energía eléctrica. Pero eso conlleva un problema de sobrecapacidad”, indica Santos Moro.