Nació en Castilla la Vieja a finales del siglo xix. Y me habló sin parar desde que nací y durante todos los días de mi infancia. De todo, sin preocuparse por mi edad. No, no me contaba cuentos tradicionales ni me leía en voz alta —eso lo hacía mi abuelo—. Me contaba el mundo: el de su infancia, el de su juventud, los objetos, la vida cotidiana, los oficios, la ropa, los muebles, el campo y la ciudad, las calles, los comercios, los viajes, las fiestas y los duelos.
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