Mientras no cambie el panorama general, poner el acento en las políticas presuntamente activas y en la culpabilización del parado es una falacia inadmisible. Dedicar fondos públicos escasos para favorecer empleos de calidad decreciente supone seguir apostando por el agravamiento de la desigualdad y por el deterioro de la productividad. Si no quiere que le excluyan del proceso de selección, no se le ocurra enviar a una entrevista de trabajo a una amiga en su lugar, como hace el señor Rajoy
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