Un atractivo desconocido/a se sienta frente a ti en el metro y no te quita la vista de encima. Cuando te levantas porque estás a punto de llegar a tu parada, se coloca tras de ti y te susurra algo al oído que te provoca escalofríos. Minutos después os estáis arrancando la ropa en un pequeño pero confortable hotel.
Curiosamente la "fantasía" expuesta en la entradilla parece sacada de la escena inicial de la película Shame. La peli la recomiendo. La escena en cuestión también. Pero la noticia me parece apta para casadas aburridas que entre reunión y reunión del tupperware deciden que con un pepino se puede hacer algo más que echarlo a la ensalada.
Mi primera fantasía sexual fue de lo más platónica, en el sentido más realista y menos pasteloso. Ocurriría en mi más tiernísima niñez. No tenía ni idea de cómo era la infraestructura de los genitales, pero sabía que "algo tendría la entrepierna pa tenerla tan guardá".
La curiosidad que enciende el fuego de la mente correría la mecha al fuego de las mejillas. De ahí a la garganta, me ahogué literalmente cuando, furtivo como un detective de los 60, descubrí los primeros bosquejos de esa parte del cuerpo tan poética, tan sacra... tan marrana, sucia... en fin, con tantos motivos para ser secreta.
Seguiría, pero es off topic... y sería entrar en detalles tan sacros (nunca mejor dicho) y tiernos que... vaserqueno.
Comentarios
Anda que no me he imaginado yo veces esta escena con Falete.
#1 Argh tío, estás enfermo
#1
Curiosamente la "fantasía" expuesta en la entradilla parece sacada de la escena inicial de la película Shame. La peli la recomiendo. La escena en cuestión también. Pero la noticia me parece apta para casadas aburridas que entre reunión y reunión del tupperware deciden que con un pepino se puede hacer algo más que echarlo a la ensalada.
Para el 99% de los meneantes, su fantasía sexual es simplemente follar. Punto.
#6 A estas alturas, a mi me vale con una pizza.
Mi primera fantasía sexual fue de lo más platónica, en el sentido más realista y menos pasteloso. Ocurriría en mi más tiernísima niñez. No tenía ni idea de cómo era la infraestructura de los genitales, pero sabía que "algo tendría la entrepierna pa tenerla tan guardá".
La curiosidad que enciende el fuego de la mente correría la mecha al fuego de las mejillas. De ahí a la garganta, me ahogué literalmente cuando, furtivo como un detective de los 60, descubrí los primeros bosquejos de esa parte del cuerpo tan poética, tan sacra... tan marrana, sucia... en fin, con tantos motivos para ser secreta.
Seguiría, pero es off topic... y sería entrar en detalles tan sacros (nunca mejor dicho) y tiernos que... vaserqueno.
Mmmmm... Ardillas muertas... Sííí.