Llaves, tarjetas, pasaportes y códigos de seguridad podrían pasar a ser cosas del pasado a medida que la tecnología biométrica hace de nuestros cuerpos las únicas contraseñas que necesitamos.
Lo malo es que si te falla la contraseña, te tienes que cortar un dedo o saltarte un ojo. La biometría no añade seguridad si no va acompañada de otras medidas y además es suficientemente rígida como para que no sea práctica.
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Lo malo es que si te falla la contraseña, te tienes que cortar un dedo o saltarte un ojo. La biometría no añade seguridad si no va acompañada de otras medidas y además es suficientemente rígida como para que no sea práctica.