A juzgar por los acontecimientos de ayer, el Gobierno parece haber tirado la toalla para remediar la avalancha del déficit. Primero, porque está dispuesto a pedir a la banca mucho más dinero del previsto para tapar el agujero. Y segundo, porque, aunque en documentos internos de trabajo el Ejecutivo admite que el recibo debería subir hasta un 115% de forma inmediata, el Gobierno va a congelar las tarifas el 1 de octubre, aun a sabiendas de que el problema se hará cada vez mayor y lo sufrirán generaciones venideras.
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