Se decía que el gran apagón era un “bulo facha”, que eso jamás podía pasar en nuestro país, hasta que España entera se fundió a negro durante horas. De la experiencia aprendemos la prudencia. La ultraderecha juega a sembrar pánico en nuestras sociedades, y en este asunto su intención seguramente no fuera distinta. La duda es si la pretendida huida del alarmismo no se ha vuelto una forma sutil de acallar ciertos debates en democracia, simplemente, porque son incómodos a la agenda del progreso.
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