Millones de iraquíes sufren a diario las carencias de agua potable y de un sistema de alcantarillado deficiente o destruido que les obliga a tomar agua de los ríos y utilizarla para beber, lo que a su vez provoca un incremento exponencial de las afecciones relacionadas con el consumo de aguas contaminadas, como la diarrea crónica.
Comentarios
La vida es dura, no sólo para los iraquies.