En 1988, en la URSS de Gorbachov, los científicos soviéticos enterraron aquí centenares de toneladas de bacterias de ántrax para evitar las inspecciones de occidente, pues este arsenal militar de ántrax se había concebido violando la Convención de Armas Biológicas y Tóxicas (CAB) que tiempo antes habían firmado (junto con otros 162 países, de los cuales un buen puñado también siguen en secreto violando este tratado). La ex Unión Soviética tenía por aquel entonces un desproporcionado número de personas, más de 60.000, dedicadas exclusivamente..
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