Si bien la humanidad nunca ha estado libre de distracciones, éstas nunca han sido tan grandes, tan intensas ni tan persistentes como lo son ahora. Tener el teléfono pitando es una cosa, pero las notificaciones de correos, Twitter, los mensajes de Facebook, numerosas pestañas del navegador abiertas y teléfonos móviles que siempre están encendidos y sonando, es otra. Estamos conectados a un caudal cada vez más grande de información, lo cual está empezando a afectar a nuestro desempeño diario.
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