Desde el cielo, unas líneas blancas gigantes del tamaño de un edificio. Metal que debía ser níveo pero que ahora acumula el marrón del óxido y el multicolor de los grafitis. Son 163 piezas que debían coronar el Ágora, uno de los portentosos edificios del complejo creado por Santiago Calatrava. Esas lamas inmensas no sólo debían estar en la cima, ya de por sí un disparate estructural por el riesgo de derrumbe, también debían moverse de acuerdo con la hora del día. A 700 metros de la edificación donde debían estar situados, permanecen inmóviles.
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Debe de ser una medida de longitud del Sistema Internacional Chatarrero
¡¡ En 2011 !!
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