En el bolsillo llevo una Polaroid de los dos: hicimos una parada de camino a la playa, cerca de cierto laberinto alicantino y nos bañamos en girasoles. ¿No hay acaso una mejor estampa para recordar el verano? Fue algo fortuito e inesperado, como la mejor serendipia viajera. Y es que la floración no es solo cosa de la primavera: en verano tenemos la lavanda de Brihuega, las buganvillas por doquier y sí, también los girasoles que comienzan su dominio con el comienzo del estío.
Comentarios
Venga hago publicidad al pueblo de mi familia.
Te sale fotón instagramer con castillo incluido.
Berlanga de Duero
Tras mi primer cultivo de girasoles (aun en curso): esos malnacidos tienen en la manga un último giro de cabeza tras haberse hecho adultos (su vegetativo es haciendo un giro en un sentido durante la fase diurna y deshaciéndolo en la nocturna), por otra parte, son seres monstruosos de varias cabezas (no he podado ninguna a la espera de su evolución natural) y, además, las hormigas están felices con su néctar y las resinas de la floración. Y donde hay hormigas, no suele haber cucarachas. Amo los girasoles.
Algunos gastan muy mala leche... esta frase solo la entenderá una persona de meneame.
Son excelentes fotos.