A fines del mes de mayo estallaron huelgas salvajes en el sector energético del Reino Unido. Los manifestantes denunciaban la contratación de trabajadores no calificados importados de otros países europeos en detrimento de trabajadores locales calificados, infringiendo acuerdos sindicales. Una movilización similar se había producido en febrero. Medios de comunicación y dirigentes políticos alzaron entonces la voz de alarma ante “el nacionalismo” y la “xenofobia” de las protestas. Una interpretación desmentida por los hechos.
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