"Al pedírsele consejo, el doctor J. Guerin afirmó que, después de haber fracasado con todos los demás tratamientos, había conseguido curar a las adolescentes afectadas por el vicio del onanismo quemándoles el clítoris con un hierro caliente(...) Aplicó el punto caliente tres veces en cada uno de los labios mayores y otra en el clítoris(...) Tras la primera operación, de cuarenta a cincuenta veces en un día, el número de espasmos voluptuosos se reducía a tres o cuatro(...) Creeemos, pues (...)" (sigue en el comentario
#1).