La suplantación de identidad o phising está a la orden del día y nos llega desde diferentes vías y emulando ser actores relevantes en nuestro día a día: nuestro banco, Correos, la comercializadora de energía y hasta la todopoderosa Google. Escapar del pishing no es tan fácil como antes: no basta con fijarse en el texto y posibles erratas, imágenes pixeladas o enlaces cuyo texto evidencia que estamos ante alguien que dice ser que no es.
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