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Su mensaje es que si tienes suficiente fé en Dios y la Biblia, y les haces a ellos generosas donaciones, Dios multiplicará por cien tu donativo. Como muestra, exhiben sin pudor en el escenario su tren de vida: aviones privados, cruceros, joyas... Están bajo investigación del Senado, pero siguen ingresando 100 millones de dólares al año, incluso con la crisis. Incluye los razonamientos de seguidores que donan miles de dólares. Traducción completa en comentario 1.

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TRADUCCION DEL ARTICULO

LOS CREYENTES INVIERTEN EN EL EVANGELIO DE HACERSE RICO

Por Laurie Goodstein. Publicado 15 agosto 2009

FORT WORTH – Sobre el escenario ante miles de creyentes agobiados por las deudas y la inseguridad económica, Kenneth y Gloria Copeland y su alineación all star de predicadores del “evangelio de la prosperidad” entretienen a la audiencia con detalles de la vida de lujo que han alcanzado por seguir la Palabra de Dios.

Aviones privados y barcos. Una moto enviada por un seguidor anónimo. Vacaciones en Hawai y cruceros en Alaska. Bolsos de marca. Un anillo con esmeraldas y diamantes.

“Dios sabe donde está el dinero, y sabe como entregároslo”, predicó el señor Copeland, enfundando en un traje como los que usan los presidentes de compañías.

Incluso en momentos de crisis, los predicadores del “evangelio de la prosperidad” están consiguiendo notables niveles de audiencia, que además les adoran. Su mensaje, que si tienes suficiente fé en Dios y la Biblia, y les haces a ellos generosas donaciones, Dios multiplicará por cien tu donativo, es tranquilizador para muchos.

Los predicadores apenas hablan de la recesión, aunque sí dijeron que no es excusa para recortar los donativos. “El miedo te hace tacaño”, dijo Copeland.

Pero las bandejas de donativos llegaron más vacías que años anteriores, dijeron los que ya habían venido antes.

Muchos en el público no confían en los bancos, los medios de comunicación o Washington, donde el comité de finanzas del Senado está investigando si los Copeland y otros predicadores de la prosperidad usaron las donaciones para enriquecerse personalmente, abusando de su status de exención de impuestos. Pero ellos sí confían en los Copeland, el patriarca y matriarca del actual movimiento, quienes parecen encajar la prosperidad con su robusta salud y la abundancia de hijos y nietos que les han seguido por el camino de su ministerio.

“Si Dios lo hizo por ellos, también lo hará por nosotros”, dice Edwige Ndoudi, quien viajó desde Canadá a la Convención Sureña de Creyentes con su marido y tres hijos este mes, donde los Copeland y tres de sus amigos hicieron turnos para predicar durante cinco días, diez horas diarias, en el centro de convenciones de Fort Worth.

El público, más de 9000 personas, era multirracial, venido de 48 estados y 27 países. La entrada era gratis. Había moteros en traje de cuero, pastores, obreros, profesionales, y un montón de familias con niños.

Muchos venían en silla de ruedas, esperando una curación milagrosa. El público se sentaba con la Biblia abierta, buscando los pasajes citados por los predicadores, tomando notas en agendas electrónicas y portátiles.

“Los que vienen no son pobres”, dice Jonathan L. Walton, un profesor de religión en la Universidad de California en Riverside, que había escrito sobre el movimiento y estaba allí como parte de una investigación. “Están en esa nebulosa categoría entre el obrero y la clase media”.

Sentados en la sección 318, ocho filas atrás, haciendo sándwiches de gelatina y mantequilla de cacahuete sobre una Biblia, había una familia que podía explicar la tenaz lealtad que inspiran los predicadores de la prosperidad.

Stephen Biellier, un camionero de larga distancia de Mount Vernon, Mo., dijo que él y su mujer Millie, vinieron a la convención rezando para que este fuese “el año de la superación de la dificultad”. Deben 102000 dólares, y el banco les ha quitado la línea de crédito.

Dicen que los Copeland les salvaron del desastre financiero hace 23 años, cuando compraron su primer camión con una tasa de interés del 22% y tuvieron que cambiarle el motor dos veces en un año.

Por aquella época, la señora Biellier vio a Copeland por primera vez en la tele, y empezó a enviarle 50 céntimos semanales.

Otros que habían comprado camiones en el mismo concesionario se hundieron, pero ellos no.

“También nos habría pasado si Copeland no hubiese estado rezando por nosotros cada día”, dice la señora Biellier.

Los Biellier están ahora entre las 386000 personas del mundo entero a los que los Copeland llaman “socios”. La mayor parte de ellos envían donaciones regularmente y se ganan rezos especiales por parte de los Copeland.

Un call center con 481 empleados en la sede central del movimiento en Newark, Texas, recibe 60000 llamadas al mes, según un publicista.

Los Copeland transmiten a 134 países e ingresan alrededor de 100 millones de dólares al año.

Los Bielliers estaban en la convención hace unos años cuando un seguidor propuso que la gente se uniera al “Equipo Elite CX” para juntar dinero y comprarle al predicador un avión Citation X (el señor Copeland es un aficionado a la aviación que empezó como predicador haciendo de piloto para Oral Roberts). En ese momento la señora Biellier dice que oyó la voz del Espíritu Santo diciéndole “has nacido para apoyar a ese hombre”.

Donó 2000 dólares para el avión, y hace poco 1800 para el último proyecto del equipo: comprar equipamiento televisivo de alta definición para mejorar las emisiones internacionales del predicador.

La señora Biellier dice que algunos amigos y familiares le dicen que los predicadores solo quieren su dinero. Ella explica que los Copeland no necesitan el dinero para sí mismos; es para su misión. Y además, incluso “gente asquerosa como Hugh Heffner” tiene su avión privado.

“Recuerdo una vez que Copeland tuvo que volar por medio mundo para ver a una persona”, dice. “Como somos socios de Copeland, por cada alma que salve nosotros tenemos nuestra parte de reconocimiento en el cielo”.

Pero mientras una banda entretenía al público, el Profesor Walton llama a los predicadores de la prosperidad “carteristas espirituales”.

“Ignorar y descartar las duras realidades de la crisis económica es más que irresponsable; es reprobable”.

Los Copeland declinaron un petición de entrevista, pero una de sus hijas, Kellie Copeland Swisher, y su marido, Steve Swisher, ambos trabajan en el movimiento, hablaron por ellos.

La señora Swisher dijo que donaban “un mínimo del 10% de lo que reciben” a otras instituciones caritativas. La favorita de su padre, dijo, es un orfanato católico en México.

La organización se resiste a suministrar al Senado todos los documentos requeridos por la investigación, porque los Copeland no quieren revelar públicamente los nombres de los “socios”. La investigación, que podría terminar con la emisión de nuevas leyes, continua, según una portavoz del comité. Entre los investigados está Creflo Dollar, uno de los predicadores en la convención.

El señor Swisher dijo que incluso en malos momentos económicos, la recaudación creció un 3% respecto al año pasado. Preguntado si habían cambiado algo el mensaje por la situación económica, la señora Swisher palmeó la usada Biblia en su regazo y dijo “el mensaje que predican es la Palabra de Dios. La Palabra no cambia”.

En la convención los predicadores, que también incluían a Jesse Duplantis y Jerry Savelle rociaron los sermones con ataques al gobierno, un repaso por el sistema sanitario, escuelas públicas, los medios de comunicación y otras iglesias, muchos de los cuales condenan a los predicadores de la prosperidad.

Pero principalmente los predicadores se dedicaban a recordarle al público suavemente que ellos eran los elegidos por Dios. “Mientras todos los demás pasan hambre”, decía el señor Savelle, “nuestra gente pasará el mejor de los momentos”.

“Cada vez que una preocupación sobre el dinero aparezca en vuestras mentes”, continuó, “lo siguiente que hay que hacer es sembrar: dar dinero, como semillas, en suelo bueno, como lo es la iglesia de los predicadores. Deja de preocuparte, empieza a sembrar”, añadió en un tono más alto. “Es plan de estímulo que Dios tiene para vosotros”.

En ese momento, cientos de personas hicieron cola para acercarse por los pasillos para dejar sobres, billetes y monedas, sobre los enmoquetados escalones.

(Nota: el título que le he puesto al meneo es el que saca el NY Times en portada; cuando pinchas el enlace, el que sale en el artículo es el que está en esta traducción).

D

Me recuerda a un documental sobre camapamentos cristianos en los que su argumentacion era:

¿es cierto el cambio climatico? No, porque el cambio climatico seria malo para nosotros y por ello dios no lo permitiria, porque dios nos quiere, asi que esos cientificos estan mintiendo.

D

La ultraderecha mediática de Estados Unidos les ha dado cancha en la televisión y en la radio a cambio de que a la hora de las elecciones recomendasen el voto por los republicanos y por sus candidatos más radicales. En 2004 el 78% de los 80 millones de cristianos evangélicos votaron por Bush y solo el 11% por John Kerry. Aunque el apoyo a Mc Cain re redujo al 69% esa es su gran baza electoral.



Los yankees están tan convencidos de que todo se compra y se vende con dinero, incluso la salvación eterna, que por eso no dudan en aflojar la pasta para esta gentuza.

D

Un tipo que debe 102000$ al banco dice:

La señora Biellier dice que algunos amigos y familiares le dicen que los predicadores solo quieren su dinero. Ella explica que los Copeland no necesitan el dinero para sí mismos; es para su misión. Y además, incluso “gente asquerosa como Hugh Heffner” tiene su avión privado.

lol lol lol ... perdon, mejor ...

D

Evidentemente el tal Chuscristo se tiraría de los pelos si se encontrara frente estos buitres, que no son sino escribas y fariseos del siglo XXI.

D

No suelo alegrarme de desgracias ajenas, pero me gustaría que los donantes más generosos perdieran hasta el último céntimo y acabasen en la más profunda de las miserias. Si eso ocurre, será porque Dios así lo quiere, y quiénes son ellos para cuestionar a Dios.

DexterMorgan

#5

Yo preferiria que les ocurriera a los fanáticos estafadores, que son los que han montado el tinglado, y se aprovechan de la fe de los otros.