Padres preocupados por la salud de sus hijos los hay en todas partes. Padres tan ansiosos por saber si sus hijos consumen drogas que están dispuestos a contratar los servicios a una empresa de seguridad... de esos no hay tantos. Pero en Reino Unido cada vez son más.
#1:
A mi también me gustaría tener un perro que me fuera a buscar drogas, que con este frío da pereza salir de casa.
#24:
Cuando tenía trece años, se me ocurrió probar el tabaco en el colegio, con la buena suerte, de que mis padres se enteraron. Ante la situación, optaron por sentarse conmigo y explicarme a fondo los tipos de droga y los problemas que conllevan. Mi abuelo era Comisario del CNP y entre sus muchas funciones, una era dar charlas sobre drogodependencia en institutos de la provincia. Así que mis padres se encargaron de que recibiese información de primerísima mano.
Viví mucho tiempo con temor a sus consecuencias y con la firmeza de que era algo que jamás probaría. Cuando cumplí los dieciocho, por el ambiente en que salía y las amistades que tenía, me surgió probarlas y decidí hacerlo por curiosidad, presión y los efectos del alcohol.
Fue mi primera pastilla, una mitsubishi. Empecé a notar un poco de calor, un hormigueo en el estómago. La euforia aumentaba, me encontraba como nunca, energético, seguro, cómodo, sentía la música y lo único que me apetecía era bailar y descargar mi fuerza con el ánimo de la fiesta. Respirar ya era de por si placentero, en mi vida había estado tan a gusto.
Al día siguiente, no podía estar más confundido. Me habían hablado muy mal sobre las drogas, pero sin embargo, había tenido una de las experiencias más increíbles de mi vida. Veía los pros, pero no los contras. ¿Tan peligrosas son?, ¿no será que la gente que me habla de sus peligros pero en realidad no tienen ni idea?, ¿qué sabrán sobre drogas si no las ha probado?, eran preguntas que me hacía a diario.
Aún con cierto temor sobre si me traerían problemas, llegué a la conclusión que haciendo un uso racional de las mismas, no tendría porqué pasar nada. Así que para evitar problemas de adicción, concluí que lo mejor sería consumirlas en ocasiones especiales. Al fin de semana siguiente -uno normal, como cualquier otro-, volvimos a salir de marcha; cuando se nos volvió a presentar la tentativa de volver a consumirlas. Hubiese sido fácil racionalizar la situación, pero estábamos de nuevo bajo los efectos del alcohol. Así que volví a consumir, si total, cuatro veces al mes no es adicción.
Con el tiempo me propuse a tener nuevas experiencias; ya tuve miedo una vez y me encontré con que las cosas no eran como me las habían contando. Me atreví a probar la cocaína, el cristal (MDMA), los tripis, los mescalitos, el speed... y porque no hasta combinarlos si los efectos podrían ser multiplicadores.
Durante la semana, no tenía ningún tipo de dependencia, era incapaz de relacionar las drogas con el estudio o el trabajo, pero sin embargo, las relacionaba directamente con el salir, con el ocio y la diversión del fin de semana. Cuando salía y no la consumía, me parecía mi tiempo no había sido lo suficientemente intenso. Poco a poco me fui dando cuenta, y mi opinión sobre las drogas estaba cambiando, la adoraba, pero empezaba a ver desde cerca, los síntomas que estaban originando.
Gracias a mi personalidad, a mis amigos, al ambiente y a las circunstancias que he tenido, las dejé a tiempo. La solución más efectiva fue la de evitar las situaciones en las que se daba el consumo. Cambiamos de ambiente, el plan con el que se salía y con el tiempo, la mentalidad y la adicción varió. Jamás me arrepentiré de haberlas probado y haber tenido las sensaciones que he experimentado.
A la conclusión a la que he llegado, es que el mayor problema de la droga es la actividad con la que están relacionadas. Si evitamos la actividad, la dependencia psicológica no se da de igual manera, y por lo tanto, quien controla la situación en que se dan, controla la adicción. Sin embargo, quien las tiene presente en su día a día, tiene un verdadero problema, ya que no es fácil cambiar de vida por completo.
Como ejemplo tenemos el tabaco, el cual está tan relacionado con esas pequeñas situaciones cotidianas -después de las comidas, mientras me relajo en el salón, mientras hablo por el móvil, etc.- que en el momento en que se dan, y no se tiene un piti a mano, la dependencia psicológica persigue al fumador.
#2:
#1 Yo he pensado en comprar un mono y enseñarle a liarme los porritos y a hacer el baile de la alegría.
#11:
#1 Hara unos meses, estabamos varios amigos y uno de ellos que vive al lado se trajo al perro. Pues su magnifico can le trajo en 2 ocasiones la chinera (una bolsita con cremallera hecha de lana o esparto) de uno chavales que estaban en otro banco bastante lejos... imaginate las risas cuando vino el chico y nos dijo que el perro le habia robado los porros (2 veces seguidas lo hizo)
#1 Hara unos meses, estabamos varios amigos y uno de ellos que vive al lado se trajo al perro. Pues su magnifico can le trajo en 2 ocasiones la chinera (una bolsita con cremallera hecha de lana o esparto) de uno chavales que estaban en otro banco bastante lejos... imaginate las risas cuando vino el chico y nos dijo que el perro le habia robado los porros (2 veces seguidas lo hizo)
Cuando tenía trece años, se me ocurrió probar el tabaco en el colegio, con la buena suerte, de que mis padres se enteraron. Ante la situación, optaron por sentarse conmigo y explicarme a fondo los tipos de droga y los problemas que conllevan. Mi abuelo era Comisario del CNP y entre sus muchas funciones, una era dar charlas sobre drogodependencia en institutos de la provincia. Así que mis padres se encargaron de que recibiese información de primerísima mano.
Viví mucho tiempo con temor a sus consecuencias y con la firmeza de que era algo que jamás probaría. Cuando cumplí los dieciocho, por el ambiente en que salía y las amistades que tenía, me surgió probarlas y decidí hacerlo por curiosidad, presión y los efectos del alcohol.
Fue mi primera pastilla, una mitsubishi. Empecé a notar un poco de calor, un hormigueo en el estómago. La euforia aumentaba, me encontraba como nunca, energético, seguro, cómodo, sentía la música y lo único que me apetecía era bailar y descargar mi fuerza con el ánimo de la fiesta. Respirar ya era de por si placentero, en mi vida había estado tan a gusto.
Al día siguiente, no podía estar más confundido. Me habían hablado muy mal sobre las drogas, pero sin embargo, había tenido una de las experiencias más increíbles de mi vida. Veía los pros, pero no los contras. ¿Tan peligrosas son?, ¿no será que la gente que me habla de sus peligros pero en realidad no tienen ni idea?, ¿qué sabrán sobre drogas si no las ha probado?, eran preguntas que me hacía a diario.
Aún con cierto temor sobre si me traerían problemas, llegué a la conclusión que haciendo un uso racional de las mismas, no tendría porqué pasar nada. Así que para evitar problemas de adicción, concluí que lo mejor sería consumirlas en ocasiones especiales. Al fin de semana siguiente -uno normal, como cualquier otro-, volvimos a salir de marcha; cuando se nos volvió a presentar la tentativa de volver a consumirlas. Hubiese sido fácil racionalizar la situación, pero estábamos de nuevo bajo los efectos del alcohol. Así que volví a consumir, si total, cuatro veces al mes no es adicción.
Con el tiempo me propuse a tener nuevas experiencias; ya tuve miedo una vez y me encontré con que las cosas no eran como me las habían contando. Me atreví a probar la cocaína, el cristal (MDMA), los tripis, los mescalitos, el speed... y porque no hasta combinarlos si los efectos podrían ser multiplicadores.
Durante la semana, no tenía ningún tipo de dependencia, era incapaz de relacionar las drogas con el estudio o el trabajo, pero sin embargo, las relacionaba directamente con el salir, con el ocio y la diversión del fin de semana. Cuando salía y no la consumía, me parecía mi tiempo no había sido lo suficientemente intenso. Poco a poco me fui dando cuenta, y mi opinión sobre las drogas estaba cambiando, la adoraba, pero empezaba a ver desde cerca, los síntomas que estaban originando.
Gracias a mi personalidad, a mis amigos, al ambiente y a las circunstancias que he tenido, las dejé a tiempo. La solución más efectiva fue la de evitar las situaciones en las que se daba el consumo. Cambiamos de ambiente, el plan con el que se salía y con el tiempo, la mentalidad y la adicción varió. Jamás me arrepentiré de haberlas probado y haber tenido las sensaciones que he experimentado.
A la conclusión a la que he llegado, es que el mayor problema de la droga es la actividad con la que están relacionadas. Si evitamos la actividad, la dependencia psicológica no se da de igual manera, y por lo tanto, quien controla la situación en que se dan, controla la adicción. Sin embargo, quien las tiene presente en su día a día, tiene un verdadero problema, ya que no es fácil cambiar de vida por completo.
Como ejemplo tenemos el tabaco, el cual está tan relacionado con esas pequeñas situaciones cotidianas -después de las comidas, mientras me relajo en el salón, mientras hablo por el móvil, etc.- que en el momento en que se dan, y no se tiene un piti a mano, la dependencia psicológica persigue al fumador.
y la cultura de tener confianza con el hijo, hablar las cosas, y preguntarle seriamente si se droga, no con afán de castigarle o sermonearle, sino simplemente de saberlo?
de esa hay mucho? o no hay?
porque mira que contratar a una empresa para eso... uff, vaya padres.
#7 Les he visto peores que ponían investigadores privados a sus hijas, para conocer a sus novios y permitirles salir con ellos.
Ahora si es curioso que un padre o madre no detecte que su hijo se droga, por que mas o menos se nota y bastante. Otra cosa es que no miren para ellos, que es lo que suele ocurrir.
#19 si no fumas todos los fines de semana y llegas algun día oliendo a maría dices que estuviste en el botellón al lado de unos que fumaban o en un bar de los que hacen la vista gorda y la gente fuma y se lo creen. Por lo menos los míos, pero un día me lo preguntaron directamente si alguna vez había fumado y cuando les dije que sí casi se caen de la sorpresa y no porque piensen que la maría es como la heroína ni nada parecido, de hecho sospecho que en su juventud ellos tambien fumaron y lo que si que estoy segura es que tienen amigos que fumaron y que aún fuman de cuando en cuando.
#9 Suscribo tu comentario mil veces si pudiera, pero visto lo visto, y no solo fuera, que aquí también tenemos lo nuestro, es más fácil sobreproteger a los hijos, que hablar y explicar las cosas.
Con lo sencillo que es explicarle de que va el tema, cuales son sus efectos, demostrárselo, y dejarle que decida, los padres pueden guiar a sus hijos utilizando sus propias experiencias personales, ¿no es eso más sencillo que alejarlos de la realidad?
Con la paranoia tan exagerada que campa en la sociedad británica, ya veo a Cuba mandando psicólogos (y los votos de amarillista porque Portugal también ha mandado unos cuantos).
#25 Ni hace falta, los perros buscan tanto la aprobación del amo/entrenador que podría decirse que son adictos a la aprobación y no a la droga que buscan, que de hecho puede ser bastante más dañina en ellos que en nuestro organismo. Los perros adictos son una leyenda urbana, que no necesita mayor demostración que verlos trabajando. Aún cuando la droga está a su disposición ellos se vuelven al amo buscando su "dosis"... de cariño.
El caracter frenético de la búsqueda en algunos perros viene dado por el temperamento de la raza, por ejemplo los cobradores (retriever) son particularmente histéricos a la hora de buscar en sitios cerrados. Pero cuando consiguen la droga ni la tocan, están entrenados para ello y el caracter de su raza es así. Son perros criados con el fin de buscar y traer la cacería (aves por lo general) sin dañarla y sin comérsela.
Por otra parte ¿Como entrenan a un perro para detectar explosivos? ¿Dándole de comer C4 o dejándolos explotar gatos de vez en cuando?
#29 Las trufas se comen... Si yo entro en mi casa y me da olor a bisctec, probablemente vaya a la cocina a zamparme un par, pero si entro y me da olor a muebles, probablemente no vaya por la casa oliendo todas las sillas a ver cual es la que suelta el aroma.
#25 Lo decía porque aquí la gente se mete que no veas, aquí la coca sea vuelto el pan de cada día. No lo digo por mi, lo digo por lo que veo y he visto en pueblos y ciudades.
Una meada en un vasito y sales de dudas, no hace falta que cojas un animal, lo entrenes para eso y te lo quedes los años que viva, eso en el mejor de los casos, que igual cuando no hace falta hasta lo abandonan.
Comentarios
A mi también me gustaría tener un perro que me fuera a buscar drogas, que con este frío da pereza salir de casa.
#1 Yo he pensado en comprar un mono y enseñarle a liarme los porritos y a hacer el baile de la alegría.
#1 Hara unos meses, estabamos varios amigos y uno de ellos que vive al lado se trajo al perro. Pues su magnifico can le trajo en 2 ocasiones la chinera (una bolsita con cremallera hecha de lana o esparto) de uno chavales que estaban en otro banco bastante lejos... imaginate las risas cuando vino el chico y nos dijo que el perro le habia robado los porros (2 veces seguidas lo hizo)
#11 O el perro es muy listo o los porros reducen la inteligencia a un nivel inferior de un perro
Cuando tenía trece años, se me ocurrió probar el tabaco en el colegio, con la buena suerte, de que mis padres se enteraron. Ante la situación, optaron por sentarse conmigo y explicarme a fondo los tipos de droga y los problemas que conllevan. Mi abuelo era Comisario del CNP y entre sus muchas funciones, una era dar charlas sobre drogodependencia en institutos de la provincia. Así que mis padres se encargaron de que recibiese información de primerísima mano.
Viví mucho tiempo con temor a sus consecuencias y con la firmeza de que era algo que jamás probaría. Cuando cumplí los dieciocho, por el ambiente en que salía y las amistades que tenía, me surgió probarlas y decidí hacerlo por curiosidad, presión y los efectos del alcohol.
Fue mi primera pastilla, una mitsubishi. Empecé a notar un poco de calor, un hormigueo en el estómago. La euforia aumentaba, me encontraba como nunca, energético, seguro, cómodo, sentía la música y lo único que me apetecía era bailar y descargar mi fuerza con el ánimo de la fiesta. Respirar ya era de por si placentero, en mi vida había estado tan a gusto.
Al día siguiente, no podía estar más confundido. Me habían hablado muy mal sobre las drogas, pero sin embargo, había tenido una de las experiencias más increíbles de mi vida. Veía los pros, pero no los contras. ¿Tan peligrosas son?, ¿no será que la gente que me habla de sus peligros pero en realidad no tienen ni idea?, ¿qué sabrán sobre drogas si no las ha probado?, eran preguntas que me hacía a diario.
Aún con cierto temor sobre si me traerían problemas, llegué a la conclusión que haciendo un uso racional de las mismas, no tendría porqué pasar nada. Así que para evitar problemas de adicción, concluí que lo mejor sería consumirlas en ocasiones especiales. Al fin de semana siguiente -uno normal, como cualquier otro-, volvimos a salir de marcha; cuando se nos volvió a presentar la tentativa de volver a consumirlas. Hubiese sido fácil racionalizar la situación, pero estábamos de nuevo bajo los efectos del alcohol. Así que volví a consumir, si total, cuatro veces al mes no es adicción.
Con el tiempo me propuse a tener nuevas experiencias; ya tuve miedo una vez y me encontré con que las cosas no eran como me las habían contando. Me atreví a probar la cocaína, el cristal (MDMA), los tripis, los mescalitos, el speed... y porque no hasta combinarlos si los efectos podrían ser multiplicadores.
Durante la semana, no tenía ningún tipo de dependencia, era incapaz de relacionar las drogas con el estudio o el trabajo, pero sin embargo, las relacionaba directamente con el salir, con el ocio y la diversión del fin de semana. Cuando salía y no la consumía, me parecía mi tiempo no había sido lo suficientemente intenso. Poco a poco me fui dando cuenta, y mi opinión sobre las drogas estaba cambiando, la adoraba, pero empezaba a ver desde cerca, los síntomas que estaban originando.
Gracias a mi personalidad, a mis amigos, al ambiente y a las circunstancias que he tenido, las dejé a tiempo. La solución más efectiva fue la de evitar las situaciones en las que se daba el consumo. Cambiamos de ambiente, el plan con el que se salía y con el tiempo, la mentalidad y la adicción varió. Jamás me arrepentiré de haberlas probado y haber tenido las sensaciones que he experimentado.
A la conclusión a la que he llegado, es que el mayor problema de la droga es la actividad con la que están relacionadas. Si evitamos la actividad, la dependencia psicológica no se da de igual manera, y por lo tanto, quien controla la situación en que se dan, controla la adicción. Sin embargo, quien las tiene presente en su día a día, tiene un verdadero problema, ya que no es fácil cambiar de vida por completo.
Como ejemplo tenemos el tabaco, el cual está tan relacionado con esas pequeñas situaciones cotidianas -después de las comidas, mientras me relajo en el salón, mientras hablo por el móvil, etc.- que en el momento en que se dan, y no se tiene un piti a mano, la dependencia psicológica persigue al fumador.
Voy a mirar en la habitación de mi hijo a ver si encuentro algo pa fumar.
#8 que rule que rule
y la cultura de tener confianza con el hijo, hablar las cosas, y preguntarle seriamente si se droga, no con afán de castigarle o sermonearle, sino simplemente de saberlo?
de esa hay mucho? o no hay?
porque mira que contratar a una empresa para eso... uff, vaya padres.
#7 Les he visto peores que ponían investigadores privados a sus hijas, para conocer a sus novios y permitirles salir con ellos.
Ahora si es curioso que un padre o madre no detecte que su hijo se droga, por que mas o menos se nota y bastante. Otra cosa es que no miren para ellos, que es lo que suele ocurrir.
#19 si no fumas todos los fines de semana y llegas algun día oliendo a maría dices que estuviste en el botellón al lado de unos que fumaban o en un bar de los que hacen la vista gorda y la gente fuma y se lo creen. Por lo menos los míos, pero un día me lo preguntaron directamente si alguna vez había fumado y cuando les dije que sí casi se caen de la sorpresa y no porque piensen que la maría es como la heroína ni nada parecido, de hecho sospecho que en su juventud ellos tambien fumaron y lo que si que estoy segura es que tienen amigos que fumaron y que aún fuman de cuando en cuando.
Se quitarían de tantos quebraderos de cabeza si hubieran puesto más esfuerzo en su educación y no en contratar esta clase de servicios.
#9 Suscribo tu comentario mil veces si pudiera, pero visto lo visto, y no solo fuera, que aquí también tenemos lo nuestro, es más fácil sobreproteger a los hijos, que hablar y explicar las cosas.
Con lo sencillo que es explicarle de que va el tema, cuales son sus efectos, demostrárselo, y dejarle que decida, los padres pueden guiar a sus hijos utilizando sus propias experiencias personales, ¿no es eso más sencillo que alejarlos de la realidad?
Bueno, aquí los hay que encuentran la "droja en el colacao".
#12 Argh, me has pisado el comentario
Con la paranoia tan exagerada que campa en la sociedad británica, ya veo a Cuba mandando psicólogos (y los votos de amarillista porque Portugal también ha mandado unos cuantos).
Voy a montar un servicio de ¿pedagogos? para hijos preocupados por la ineptitud de sus padres.
#25 Ni hace falta, los perros buscan tanto la aprobación del amo/entrenador que podría decirse que son adictos a la aprobación y no a la droga que buscan, que de hecho puede ser bastante más dañina en ellos que en nuestro organismo. Los perros adictos son una leyenda urbana, que no necesita mayor demostración que verlos trabajando. Aún cuando la droga está a su disposición ellos se vuelven al amo buscando su "dosis"... de cariño.
El caracter frenético de la búsqueda en algunos perros viene dado por el temperamento de la raza, por ejemplo los cobradores (retriever) son particularmente histéricos a la hora de buscar en sitios cerrados. Pero cuando consiguen la droga ni la tocan, están entrenados para ello y el caracter de su raza es así. Son perros criados con el fin de buscar y traer la cacería (aves por lo general) sin dañarla y sin comérsela.
Por otra parte ¿Como entrenan a un perro para detectar explosivos? ¿Dándole de comer C4 o dejándolos explotar gatos de vez en cuando?
#27 Pues también tienes razón
#29 Las trufas se comen... Si yo entro en mi casa y me da olor a bisctec, probablemente vaya a la cocina a zamparme un par, pero si entro y me da olor a muebles, probablemente no vaya por la casa oliendo todas las sillas a ver cual es la que suelta el aroma.
A lo mejor no es fumeta
#25 Lo decía porque aquí la gente se mete que no veas, aquí la coca sea vuelto el pan de cada día. No lo digo por mi, lo digo por lo que veo y he visto en pueblos y ciudades.
Pues como empiecen aquí en España los perros se volverán adictos a la coca, y no hablo de la cola.
#22 Como crees que entrenan a los perros anti-droga si no dándoles un poco para que se vuelvan adictos y busquen más?
#25 Entonces las trufas son la droga más adictiva de la tierra.
Joe, el doblaje es la leche...
Una meada en un vasito y sales de dudas, no hace falta que cojas un animal, lo entrenes para eso y te lo quedes los años que viva, eso en el mejor de los casos, que igual cuando no hace falta hasta lo abandonan.
Por lo pronto ya me parece mal que una empresa use perros para lucrarse...no sería la primera que los maltrata... ¡a la mierda con ellos!
Karma al fumeta, esto es méneame.
#3 mira q como lo digas como algo negativo te arreamos una somanta de negativos
#3 Hay que premiar el sentido del humor.
#3 Interpreta mi negativo como si te echase el humo en la cara, de buen rollo claro .... ¿caladita?
Por cierto, este perro no va de recados al camello, es un puto membrillo.