[...] acojonado por el hecho de empezar tan joven a hablar conmigo mismo, me puse dedos a las teclas y redacté esta lista de los argumentos torticeros más usuales que se pueden dar en cualquier discusión y, sobre todo, en internet. Claro que tampoco es que sirva para mucho. Porque encontrar a alguien cuya postura haya cambiado tras una discusión en la red es más difícil de hallar un oso amoroso en un pájaro de guerra klingon. En internet, no vale la pena discutir racionalmente.
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