Ya sé que alegarás tus innegables méritos. Tus lejanos tiempos en Cuadernos para el Diálogo, con la puerta siempre abierta a la autonomía de Catalunya, a sus obvios rasgos diferenciales, en especial la lengua. Aquellos Cuadernos en los que tanta influencia ejercía el añorado Josep M. Vilaseca Marcet, tan amigo de Ruiz-Giménez, tu querido maestro. También pensarás en tus esfuerzos para introducir el término "nacionalidades" en la Constitución.
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