Yo nunca he sido corrupto, aunque sí me han ofrecido un par de silencios retribuidos. No acepté. No era suficiente. Mi primera relación epidérmica con la corrupción fue a principios de los 90. Yo intentaba montar una pequeña empresa audiovisual y concerté una cita con un alto cargo de la administración pública cuyo nombre no puedo decir, porque aquel día no iba en busca de pruebas. Me acompañaba un socio, amigo y compañero de izquierdas, a quien llamaremos Pérez.
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