Imagínese que, ahora, de repente, levantaran una valla alrededor de su ciudad. Que pudiera salir, pero no regresar jamás. Que nadie le visitara. Que toda su vida quedara reducida a una casa. Que su trabajo fuera también su ocio. Y que su familia no conociera otra realidad. Ponga, además, que fuese catalogada como nuclear. Y que la seguridad fuese su gran pilar. Tendría ventajas, claro, como la limpieza y la autosuficiencia. Pocos recursos le faltarían, a excepción de la libertad. Suena a ciencia ficción, ¿quién querría vivir aquí?
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