El cínico postmoderno ya no tiene esperanza ni cree en nada, ni patria, religión, ideales… no hay utopía por la que luchar, nada por lo que pelear, pues nada interesa, y nada lleva a ninguna parte. El cambio es imposible y todo esfuerzo por una alternativa mejor es inutil. El cínico postmoderno se queda en el sillón de su casa observando con mayor o menor interés como la historia se sucede como si fuera otra película más de su siempre encendido televisor.
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