Por todo Estados Unidos, la policía ha arrestado a ciudadanos que les grababan en vídeo o que grababan las conversaciones que mantenían con ellos, a pesar de ser esas detenciones obviamente ilegales. Por norma general, las denuncias se retiraban una vez el caso ganaba notoriedad, y ahí quedaba todo. Otras veces no acaba ahí, y en dos casos recientes, han avanzado lo suficiente como para perjudicar a los agentes implicados en esas detenciones.
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