«No, no tenemos nada que ver con el accidente. Somos de Torrelavega, pero hemos venido a pasar unos días a Galicia y queríamos venir aquí», contesta un hombre que encabeza un grupo que forman cinco personas. «Y esto no es nada -explica un guardia del ADIF-. Los primeros días se llevaban trozos de tierra y restos de cristales». Hasta que la zona acabó de vallarse, su principal tarea era evitar que la gente bajara hasta la misma vía. Turismo de catástrofe lo llaman.
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