Al hijo de María del Carmen, que lleva en silla de ruedas desde los 9 años, fue complicado diagnosticarle la enfermedad. Su madre acudió a los médicos cuando a Javier le costaba mantenerse en pie y comenzó a enfermar con facilidad: "Me decían que sus caídas eran manías mías, que él estaba bien", cuenta, aunque lo peor vino cuando le insinuaron que el pequeño podría estar mal a causa de la medicación que ella misma tomaba, dado que padece epilepsia.
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