Wendy Dolton estaba muriéndose de cáncer en el hospital para enfermos terminales Pilgrim's, en Canterbury (Kent, Inglaterra) cuando perdió un anillo. No era un anillo cualquiera: era uno de oro que le había regalado su marido por el 40 aniversario de su matrimonio, justo meses antes de morir hacía nueve años.
#1 Pero es que luego se hinchan los dedos y hay que andar cortando, se llena todo de sangre y es una guarrada. Además, a mí me da repelús tocar a los muertos.
Comentarios
Hay que ser cabrón para robarle a un moribundo, ¡Por lo menos hay que tener la decencia de esperar a que se muera para quitarselo!
#1 Pero es que luego se hinchan los dedos y hay que andar cortando, se llena todo de sangre y es una guarrada. Además, a mí me da repelús tocar a los muertos.
Por lo menos no le robó la muela de oro
No, en serio, robar está mal, pero esto es enfermizo