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¡Ay, esos amantes de la fruta!

¡Ay, esos amantes de la fruta!  

Viñeta de Eneko: "¡Ay, esos amantes de la fruta!"
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Geopolítica de las olas

Geopolítica de las olas

Los resultados obtenidos muestran que la evolución previsible del viento y la altura de las olas será muy desigual en los distintos océanos hasta finales del siglo XXI, con implicaciones futuras de tipo económico y geopolítico...Uno de los principales patrones globales que emergen en las proyecciones de vientos y olas hasta 2100 es una intensa asimetría entre los hemisferios Norte y Sur...Ante la falta de nuevas rutas alternativas, los actores interesados deberán concentrar sus esfuerzos en el control total o parcial de las actuales.
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Fallo del concurso Ciencia Jot Down #2025 modalidades de ensayo, narrativa, fotografía e ilustración

Fallo del concurso Ciencia Jot Down #2025 modalidades de ensayo, narrativa, fotografía e ilustración

En esta duodécima edición del concurso de divulgación Ciencia Jot Down han resultado ganadores y finalistas los siguientes trabajos en las modalidades de ensayo, narrativa, fotografía e ilustración:

Ensayo

El texto ganador ha sido El ánodo del mundo de Jose Antonio Bustelo.

El texto finalista ha sido:

De venenos y neutrones de Isabel del Río.

Narrativa

El texto ganador ha sido El código W de Alicia Giner.

El texto finalista ha sido:

El mal geólogo de Francisco Javier Tapiador.

Ilustración

La ilustración ganadora ha sido Elemento 74 de Amanda Salas.

La ilustración finalista ha sido:

Dependencia de Maddi Astigarraga 

Fotografía

Se ha declarado desierto el premio de fotografía.

Los ganadores recibirán un premio de 1.000€ y los finalistas recibirán una suscripción anual a Jot Down y a Mercurio así como un lote de libros.

De los trabajos finalistas: los ensayos y fotografías se publicarán en la web y/o la revista impresa Jot Down, los relatos en la web y/o la revista impresa Mercurio y la ilustración en la web y/o la revista impresa Jot Down Kids según sus características y se pagarán conforme a nuestras tarifas, tras la autorización de los autores.

El concurso Jot Down y el evento asociado es posible gracias al patrocinio y colaboración del Donostia International Physics Center (DIPC), el Laboratorio Subterráneo de Canfranc (LSC), el Museo Laboratorium de Bergara, Menéame y la Universidad de Sevilla.

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Así hacen los pingüinos sus necesidades

Así hacen los pingüinos sus necesidades  

Video muestra la técnica que emplean los pingüinos para hacer sus necesidades.
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Una instrucción que cruza la raya

Una instrucción que cruza la raya

Nada explica por qué hubo de ser García Ortiz quien filtrara el correo en cuestión, y no cualquier otra persona de las muchas que lo conocían. Que el relato imaginado por el instructor en torno a una conspiración entre el fiscal general y la fiscal provincial haya perdido uno de sus dos puntos de apoyo (pues la sala de apelaciones excluyó el procesamiento de esta última), pues da igual... Ha sido el fiscal general solo. En segundo lugar, en el plano del Derecho sustantivo, el instructor se ha empecinado en no contestar a la objeción...
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Continuará... 3

Había cometido el crimen perfecto. O eso creía Juan Gómez. No había ninguna relación entre la víctima y él, había tirado el cadáver envuelto en plásticos resistentes y fuertemente cerrado con cinta americana en el cauce de un río seco lleno de maleza y árboles por donde absolutamente nadie pasaba ya que estaba impracticable. Lo había hecho a las cuatro de la mañana. Ni un alma a esas horas por allí. Sacó el cadáver envuelto y lo arrojó desde una altura de unos veinte metros cayendo entre la maleza y quedando totalmente oculto. Después se fue a la discoteca que había a las afueras en el polígono Malpisa, donde se tomó un par de refrescos y bailó descamisado en el centro de una de las pistas, llamando la atención como era su propósito. En la barra quiso invitar a una mujer a su casa para terminar la fiesta, ya que habían bailado juntos, como la mujer contestó que otro día, se despidieron y a las siete de la mañana salió hacia su casa, justo le pilló el control donde calculaba que estaría. Le pidieron la documentación y sopló dando un esperado cero en alcohol. Volvió a casa y se acostó.

A eso de la una del mediodía le despertó un impresionante trueno, acompañado de tremendos rayos, se asomó a la ventana medio dormido y vio cómo una tromba de agua comenzaba a caer. Se acercó a la cocina y preparó un café bien cargado. No le gustaba tener que despertarse a esas horas, pero la urgencia de anoche le había obligado a actuar así. Tras el primer sorbo se asomó a la ventana y vio el río de agua que corría calle abajo. Se quedó paralizado, su mente estaba sopesando, calculando posibilidades. El cauce. El cuerpo. El torrente de agua. El móvil de la chica en el paquete. Apagado. El final del cauce. Las ramas obstaculizando o no. Cuánto llovería y cuándo pararía de llover. Qué pistas podría haber en el cuerpo. Ninguna. Si el agua llevaría el cadáver hasta el mar. Agujeros en el plástico para que entrarán alimañas. Todo controlado. Aun así seguía estático mirando la ventana con la taza de café en la mano viendo cómo una inmensa tromba de agua caía sobre las calles. Miró la taza con el serigrafiado del as de pica en un lateral. Seguía lloviendo, conectó la tableta y escuchó noticias de la zona sobre la alarma de lluvias, una alerta naranja. Naranja eran la lencería que llevaba esa chica. Pero todas tienen sangre roja.

Esperó a que la lluvia dejara de caer con esa furiosa intensidad que a veces la naturaleza declara con firma y rúbrica. Mientras veía caer la cortina de agua en la ventana de la cocina, vio que el plan de comida de hoy era arroz hervido, huevos fritos y pisto, todo mezclado a modo de plato combinado. En alguna parte de su cerebro seguía pensando que el crimen perfecto de anoche, podría tener algún detalle incriminatorio. Se había llevado la tarjeta sim del móvil y la había tirado en un contenedor al azar, pero esos aparatos modernos a los que no se les podía quitar la batería igual le complicaban el asunto, incluso estando apagados. Y luego estaba esa lluvia intensa e inesperada. Tomó nota de mirar esos detalles, porque se enteró después de que llevaban tres días anunciando alerta naranja por tormentas y lluvias. Juan pasó en su momento de encajar esa pieza en el puzle. ¿Error? Con una media sonrisa en la cara, pensó que quizás fuera un acierto.

Juan tenía muy claro que esto no era un juego de poder, de víctimas y entes poderosos, como vendían muchos libros sobre asesinos en serie. Oh, el poder sobre sus víctimas. Menuda estupidez, esto iba de cazadores y cazados, de policías y ladrones, de leones y gacelas. Si no existieran los que le pretendían pillarle, nada de esto tendría sentido. Sería el despiece de un animal en una carnicería y además no te lo podrías comer. Absurdo. Y además sabía que muchos, muchísimos casos de desapariciones, o crímenes quedaban en el limbo de la justicia, en el limbo de todo lo que las películas quieren vender, donde siempre se pilla al culpable. Claro.

  

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Continuará... 2

Había cometido el crimen perfecto. O eso creía Juan Gómez. No había ninguna relación entre la víctima y él, había tirado el cadáver envuelto en plásticos resistentes y fuertemente cerrado con cinta americana en el cauce de un río seco lleno de maleza y árboles por donde absolutamente nadie pasaba ya que estaba impracticable. Lo había hecho a las cuatro de la mañana. Ni un alma a esas horas por allí. Sacó el cadáver envuelto y lo arrojó desde una altura de unos veinte metros cayendo entre la maleza y quedando totalmente oculto. Después se fue a la discoteca que había a las afueras en el polígono Malpisa, donde se tomó un par de refrescos y bailó descamisado en el centro de una de las pistas, llamando la atención como era su propósito. En la barra quiso invitar a una mujer a su casa para terminar la fiesta, ya que habían bailado juntos, como la mujer contestó que otro día, se despidieron y a las siete de la mañana salió hacia su casa, justo le pilló el control donde calculaba que estaría. Le pidieron la documentación y sopló dando un esperado cero en alcohol. Volvió a casa y se acostó.

A eso de la una del mediodía le despertó un impresionante trueno, acompañado de tremendos rayos, se asomó a la ventana medio dormido y vio cómo una tromba de agua comenzaba a caer. Se acercó a la cocina y preparó un café bien cargado. No le gustaba tener que despertarse a esas horas, pero la urgencia mental de anoche le había obligado a actuar así. Tras el primer sorbo se asomó a la ventana y vio el río de agua que corría calle abajo. Se quedó paralizado, su mente estaba calculando posibilidades. El cauce. El cuerpo. El torrente de agua. El móvil de la chica en el paquete. Apagado. El final del cauce. Las ramas obstaculizando o no. Cuánto llovería y cuándo pararía de llover. Qué pistas podría haber en el cuerpo. Ninguna. Si el agua llevaría el cadáver hasta el mar. Agujeros en el plástico para que entrarán alimañas. Todo controlado. Aun así seguía estático mirando la ventana con la taza de café en la mano viendo cómo una inmensa tromba de agua caía sobre las calles. Miró la taza con el serigrafiado del as de pica en un lateral. Seguía lloviendo, conectó la tableta y escuchó noticias de la zona sobre la alarma de lluvias, una alerta naranja. Naranja era la lencería que llevaba esa chica, pero todas tienen sangre roja.    

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