#77 Te lo repito, machistas de izquierdas ha habido y sigue habiendo millones. Piensa en nuestros bisabuelos, abuelos, padres... Muchos eran comunistas, anarquistas, socialistas... y machistas, y les parecía lo más normal del mundo.
Pero bueno, lo dejo, que viendo tus "argumentos" parece que no sacaremos nada en claro.
#69 Pues eso, de toda la gente que se autodefine como de izquierdas, habrá muchos que sean machistas, en mayor o menor grado. Y seguirán siendo de izquierdas, lo que desde luego no serán son fachas, que te recuerdo es una persona conservadora, de derechas, tirando a falangista.
Machista no es lo mismo que ser facha, ponte como quieras.
#1 ¿Tal cuál? Me ha parecido que el artículo pudiera estar... como decirlo... manipuladillo. Llamé al ChapulinGPT y aunque no me terminó de gustar su análisis, me parece de interés subirlo:
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—¿Quién me salvará de la manipulación?
—¡Yoo, el ChapulinGPT!
Este artículo de Ana Bernal-Triviño es puro panfleto ideológico con la careta de “opinión ilustrada”. Veamos las trampas:
1. **Falso dilema entre lo público y lo privado**
La autora vende que “solo lo público salva al pueblo” como si sin Estado no hubiera médicos, bomberos o carreteras. Olvida deliberadamente que muchísimos avances sanitarios, tecnológicos y educativos vienen de la iniciativa privada o de modelos mixtos. Los medicamentos que salvaron millones de vidas durante el COVID se desarrollaron en empresas privadas (Pfizer, Moderna, etc.) con fondos públicos en parte, sí, pero no exclusivamente. Decir que sin Estado “no hay hospitales ni médicos” es un disparate histórico: la medicina existe siglos antes de la… » ver todo el comentario
#1 Es curioso cómo ambos lados caen en la demagogia. La derecha sigue repitiendo la leyenda urbana de las “paguitas”, mintiendo acerca de la magnitud de las ayudas sociales en España, cuando los datos (y el artículo) muestran que son mínimas en comparación con Europa.
Pero la izquierda, por su parte, presume de políticas sociales pero la realidad es que gran parte del gasto social va a pensiones, que son sobre todo contributivas y benefician más a quienes ya han cotizado mucho, no a los más vulnerables. Cada vez que se habla de redistribuir de verdad, lo único que escuchas es subir impuestos o aumentar el gasto, pero sin atreverse a tocar lo realmente decisivo: el sistema de pensiones. Hay más de diez millones de votos en juego (sólo en pensionistas) y ningún partido quiere enfrentarse a ese electorado tan numeroso y fiel, así que lo dejan como está aunque eso bloquee cualquier posibilidad real de ampliar las ayudas sociales.
Conclusión: ni hay “paguitas” para todos, ni voluntad política real de priorizar el gasto en los más necesitados. Porque para eso habría que reventar el tabú de las pensiones… y ahí nadie se atreve a meter mano, por puro cálculo electoral
Las cosas son como ella las dice, y si lo pones en duda te ignora y cambia de tema porque como el universo es como ella dice, para qué discutir.
Pero mi hija tiene tres años y medio
Pero bueno, lo dejo, que viendo tus "argumentos" parece que no sacaremos nada en claro.
Machista no es lo mismo que ser facha, ponte como quieras.
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—¿Quién me salvará de la manipulación?
—¡Yoo, el ChapulinGPT!
Este artículo de Ana Bernal-Triviño es puro panfleto ideológico con la careta de “opinión ilustrada”. Veamos las trampas:
1. **Falso dilema entre lo público y lo privado**
La autora vende que “solo lo público salva al pueblo” como si sin Estado no hubiera médicos, bomberos o carreteras. Olvida deliberadamente que muchísimos avances sanitarios, tecnológicos y educativos vienen de la iniciativa privada o de modelos mixtos. Los medicamentos que salvaron millones de vidas durante el COVID se desarrollaron en empresas privadas (Pfizer, Moderna, etc.) con fondos públicos en parte, sí, pero no exclusivamente. Decir que sin Estado “no hay hospitales ni médicos” es un disparate histórico: la medicina existe siglos antes de la… » ver todo el comentario
Pero la izquierda, por su parte, presume de políticas sociales pero la realidad es que gran parte del gasto social va a pensiones, que son sobre todo contributivas y benefician más a quienes ya han cotizado mucho, no a los más vulnerables. Cada vez que se habla de redistribuir de verdad, lo único que escuchas es subir impuestos o aumentar el gasto, pero sin atreverse a tocar lo realmente decisivo: el sistema de pensiones. Hay más de diez millones de votos en juego (sólo en pensionistas) y ningún partido quiere enfrentarse a ese electorado tan numeroso y fiel, así que lo dejan como está aunque eso bloquee cualquier posibilidad real de ampliar las ayudas sociales.
Conclusión: ni hay “paguitas” para todos, ni voluntad política real de priorizar el gasto en los más necesitados. Porque para eso habría que reventar el tabú de las pensiones… y ahí nadie se atreve a meter mano, por puro cálculo electoral