El caracol construye la delicada arquitectura de su concha añadiendo una tras otra las espiras cada vez más amplias; después cesa bruscamente y comienza a enroscarse esta vez en decrecimiento, ya que una sola espira más daría a la concha una dimensión dieciséis veces más grande, lo que en lugar de contribuir al bienestar del animal, lo sobrecargaría. Y desde entonces, cualquier aumento de su productividad serviría sólo para paliar las dificultades creadas por esta ampliación de la concha, fuera de los límites fijados por su finalidad.
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etiquetas: decrecimiento , iván illich
Nos prohíben el coche antes de renunciar a sus yates y jets
Y son los perros de los ricos, no van a hacer eso
Temo no ser tan optimista
Pero todo esto depende mucho de la cultura del individuo y… » ver todo el comentario
Lo que haga el banco cuando ya no estemos ya imaginamos que será todo lo contrario.... Por desgracia.