El aumento de salarios parecía amenazar el modelo industrial chino, pero Pekín ha encontrado un sustituto más eficaz: una automatización masiva que instala más de 280.000 robots al año. La apuesta no solo reduce costes y eleva exportaciones, también redefine el equilibrio laboral y la competencia global en manufactura. La transformación industrial de China es tan silenciosa como implacable. Mientras las fábricas locales ya no pueden apoyarse en salarios bajos para mantener precios competitivos.
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El socialismo de mercado pasando por encima del capital